Efecto Trump: Lenta Adopción de Eléctricos y un T-MEC Más Restrictivo
Carlos Arredondo/Horsepower
El resultado de las elecciones en Estados Unidos complicará el panorama para la industria automotriz en Norteamérica en gran parte porque hará aún más lenta la adopción de vehículos eléctricos, ya que se postergarán regulaciones ambientales y se eliminarán estímulos fiscales.
A esto habrá que añadir una nueva serie de políticas restrictivas que jugarán en contra de la capacidad de México para atraer inversiones, aunque el enfoque preciso de estas medidas se conocerá hasta bien entrado el 2025. Sin embargo, se desestima que BYD abandone su intención de establecer una planta de ensamble en el país.
Así lo dieron a conocer los expertos de S&P Global Mobility durante el seminario Elección en EU: Calculando el Impacto en el Ecosistema Automotriz, impartido por Guido Vildozo, director asociado de Consultoría Automotriz y Stephanie Brinley, directora asociada de Inteligencia Automotriz.
El panorama actual
Uno de los principales factores que enmarcan la situación actual, dijo Vildozo, es que la industria se está moviendo “hacia los lados”, ya que atraviesa una fase de transición en la que no solo se está adoptando la electrificación de manera lenta, sino que dicho momento está mermando el crecimiento de las ventas debido a que los consumidores se muestran indecisos ante las opciones disponibles para renovar su medio de transporte particular.
De acuerdo con Brinley, las ventas de autos en el mercado estadounidense cerrarán el 2024 con un crecimiento de alrededor de 1.8%. La analista atribuyó dicha variación modesta al aumento de las tasas de interés, lo que impacta negativamente en el pago mensual que el consumidor promedio hace al adquirir un vehículo nuevo.
Si a lo anterior se suma el hecho de que los vehículos electrificados son considerablemente más caros que las versiones a gasolina, el resultado se refleja en el pobre desempeño antes mencionado.
Sin embargo, dijo Brinley, estos obstáculos serán atenuados en el futuro cercano con una reducción de las tasas de interés, lo cual aunque ya está sucediendo, tomará un poco de tiempo para reflejarse en el ánimo de los consumidores, “pero sucederá”.
También se puede percibir un fortalecimiento en los salarios y por consiguiente en el poder adquisitivo, lo cual está siendo motivado por las sólidas cifras de empleo, agregó.
Un aspecto positivo dentro de la industria es que los fabricantes de autos planean invertir 500 mil millones de dólares en programas de vehículos eléctricos de aquí al 2030, de los cuales un 25% o más será destinado a Norteamérica.
Dicha inversión agregará capacidad de producción a Norteamérica lo cual no solo se traduce en líneas de ensamble, sino todo un nuevo ecosistema de proveedores que atenderán estos programas.
Pero a decir de Vildozo, esto complica el panorama porque no es una situación de “si los producimos, se venderán”, ya que los consumidores no están adoptando estas nuevas propuestas “tan rápido como quisiéramos” y por esa razón dichos programas se están retrasando en su ejecución.
El mayor efecto del aplazamiento de estos planes es que daña severamente a los proveedores que ya están invirtiendo para pasar por dicha transición, en especial en el aspecto financiero, refirió el analista.
Solución híbrida
De acuerdo a los datos de S&P Global Mobility, en el 2020 las ventas de vehículos de combustión interna representaban poco más del 90% del volumen total, mientras que en la actualidad dicha fracción ya se encuentra por debajo del 80% y en un futuro no muy distante será de menos del 25%. Pero cabe resaltar que dicha tecnología no será reemplazada por una propulsión eléctrica, sino híbrida.
Al respecto, Brinley resaltó que la lenta transición a vehículos electrificados no ha afectado a todas las OEMs por igual, destacando que marcas como Honda y Toyota han sabido aprovechar dicha tendencia al desarrollar versiones híbridas cuyos costos de producción no están muy alejados de las versiones de pura combustión interna.
“Han sido muy buenos al empacar su soluciones híbridas, al grado de que no se percibe gran cambio respecto a la forma de operar un auto de pura combustión interna, no hay mucha diferencia en el precio, pero sí obtienen todos los beneficios de una mayor eficiencia en el uso de combustible. Eso resulta muy atractivo para los consumidores”, señaló la analista.
Lo que viene
De acuerdo a los expertos, el escenario para el mercado automotriz de Norteamérica tras las elecciones presidenciales será determinado por tres factores primordiales: Impacto regulatorio, Costo de producción y Gusto del consumidor.
En el primer aspecto, afirmaron, se debe tomar en cuenta que con la victoria de Donald Trump muchas de las regulaciones que entrarían en vigor en entre el 2028 al 2032 en torno a las emisiones de carbono serán “congeladas”, lo que reducirá la velocidad con que los vehículos a combustión interna son desfasados.
En este escenario, los analistas de S&P Global Mobility estiman que el porcentaje de ventas de vehículos eléctricos en Estados Unidos será de 29% del total para 2030, debido también en gran parte a que los incentivos fiscales para adquirir dichos productos serán eliminados.
Con el fin de los estímulos, señalaron, la tasa de adopción de vehículos eléctricos dependerá de la capacidad de las automotrices para lanzar productos a un precio que los consumidores estén dispuestos a pagar.
Los analistas resaltaron que más que una cifra determinada, lo que animará al público a adquirir unidades cero emisiones será la reducción de la brecha entre el precio de un vehículo de combustión interna y su contraparte eléctrica. Esto implicará de manera inevitable, advirtieron, sacrificar márgenes de ganancias.
El elefante en la habitación
Desde luego que una de las mayores preocupaciones con el resultado de la elección será la implementación de aranceles a las importaciones de autos al mercado estadounidense, así como la revisión del T-MEC.
En ese sentido, los analistas advirtieron que aún es pronto para avizorar los cambios, pues aún y con la autoridad ejecutiva que la ley otorga al presidente entrante, establecer políticas sustanciosas requiere de la revisión por parte del Congreso, el cual aún bajo control del partido republicano debe realizar periodos de consultas para retroalimentarse del sector automotriz. Esto llevará a que el enfoque preciso de las políticas a impulsar se conozca hasta el segundo trimestre del 2025.
Un aspecto importante a tomar en cuenta en las tareas legislativas, afirman, es la posibilidad de que representantes de regiones con fuerte presencia de la industria automotriz presionen por mantener un ambiente que estimule la inversión sin importar su afiliación partidista.
No obstante, dijeron, es de esperarse un fortalecimiento en los aranceles tanto a vehículos como componentes procedentes de China y una revisión al T-MEC que resulte más restrictiva.
Respecto a la revisión del T-MEC, es previsible que la presión se enfoque en México, en especial en cuestiones laborales, pero sobre todo en la creciente preocupación por las inversiones que empresas automotrices de China, tanto OEMs como proveedores, están llevando a cabo en el país. “Si bien aún no están claros los cambios específicos que se impulsarán, el tema será preponderante en la discusión”, advirtieron.
“México ya cuenta con proveedores de China operando en el país, así como con el fabricante de automóviles JAC que ensambla CKDs en México y BYD revisando sitios para invertir en una planta. BYD ha dicho que su decisión final se producirá en algún momento después de las elecciones, pero parece poco probable que abandone la propuesta”, afirmaron.
No obstante, consideran que las presiones de Estados Unidos y Canadá para que México eleve los salarios de los trabajadores de la industria automotriz terminarán por debilitar la ventaja que el país tiene para atraer inversiones.
Algo que también queda claro, concluyeron, es que los resultados de la elección generarán suficiente incertidumbre para que las compañías automotrices retrasen decisiones respecto a la planeación de sus productos tanto en el corto como en el largo plazo, aunque estiman que la inversión en el desarrollo de nuevas tecnologías seguirá siendo una prioridad con el fin de llevarlas al mercado antes de que el consumidor las demande.
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