Aranceles y comercio: impacto en la base industrial estadounidense
La última entrevista de GlobalAutoIndustry.com «Aranceles y comercio: impacto en la base industrial estadounidense» presenta a Ambrose Conroy. Ambrose es el fundador y consejero delegado de Seraph, una empresa práctica que ofrece soluciones rápidas, significativas y sostenibles para mejorar la excelencia operativa de los clientes. Ambrose fundó Seraph para reunir a un equipo de grandes talentos del sector con la experiencia necesaria para ofrecer resultados cuantificables. Antes de fundar Seraph, Ambrose ocupó varios puestos de liderazgo, incluido el de Vicepresidente de Soluciones de Cadena de Suministro en NAI Global y líder del Grupo de Transformación de Negocios Globales de la Costa Oeste en PA Consulting, donde apoyó a clientes en diligencia debida, gestión de crisis y transformación estratégica de negocios. Comenzó su carrera como consultor para CSC.
En la entrevista sonora de 21 minutos, el Sr. Conroy aborda estas cuestiones:
- Parece haber consenso bipartidista en torno a los aranceles sobre los vehículos de fabricación china. ¿Cómo cree que afectará esto tanto a las cadenas de suministro establecidas como a los nuevos fabricantes chinos que intentan entrar en el mercado estadounidense? ¿Y a los proveedores?
- En su opinión, muchos no están preparados para una nueva oleada de aranceles. ¿Qué vulnerabilidades específicas o lagunas en la preparación ha observado, y qué medidas inmediatas deberían tomar las empresas para abordarlas?
- Ha mencionado que las nuevas políticas de la Administración pueden aplicarse más rápido de lo esperado. ¿Para qué cambios concretos deberían prepararse las empresas automotrices en 2025?
- Si nos fijamos en ejemplos históricos, ¿qué lecciones podemos aplicar a las decisiones actuales en materia de política comercial para garantizar la protección de la fabricación nacional y evitar al mismo tiempo consecuencias imprevistas para el sector automotriz?
- Usted ha comentado que el Presidente del Comité Militar de la OTAN sugirió recientemente que las empresas deberían prepararse para un «escenario de guerra» trasladando sus líneas de producción. ¿Hasta qué punto es esto realista para la industria automotriz, y cómo sería una transición de este tipo?