Tras 47 años, Volkswagen le dice adiós al Golf fabricado en Puebla

26 febrero, 2021

Horsepower

PUEBLA – Volkswagen de México despidió al sedan Golf, que por 47 años fabricó en su planta de Puebla, unidad que se convirtió en un ícono de la empresa, al ensamblar más de 2 millones de unidades.

Dicha acción se parte de la transición a la manufactura de vehículos amigables con el medio ambiente y de mayor demanda,

Desde principios de 2021, la marca redujo el número de ensamble del Golf para dar paso a su nuevo enfoque de producción: los eléctricos y las SUVs.

De ahora en adelante, Volkswagen se dedicará a producir el nuevo Taos, un SUV compacto cuya manufactura dio inicio en octubre de 2020 y del que recientemente se anunció el arranque de producción para el mercado de los Estados Unidos, tras un exitoso inicio de manufactura para el mercado mexicano.

““Más de 2 millones de vehículos han sido producidos en VW, desde el Caribe hasta el actual Golf séptima generación, esto es una muestra de la confianza del Grupo Volkswagen en la calidad de producción de la planta ubicada en Puebla”, dijo Steffen Reiche, CEO y presidente de Volkswagen de México.

Hacia el futuro, dijo, la planta se fortalece con modelos como Tiguan y Taos, que contribuyen a la estrategia de la marca en un segmento tan relevante como el de los SUVs.

En evento de despedida, la automotriz afirmó que el Golf es uno de los íconos de Volkswagen en su segmento a nivel mundial, gracias a su gran historia, desempeño, equipamiento y prestaciones.

“Mirando hacia el futuro, nuestra compañía se fortalece con las SUVs, mientras que el Jetta se mantiene como el modelo más exitoso y del que hemos producido a la fecha más de 6 millones de autos”, sostuvo Reiche.

“Con productos para la región de Norteamérica, que nos posicionan como un centro de producción clave para estos mercados, despedimos a la generación del Golf y estamos listos para seguir contribuyendo a que la marca fortalezca su liderazgo a nivel mundial, con productos innovadores y calidad,” concluyó el directivo. 

Fuente: El Economista