Con el T-MEC la industria de vehículos pesados busca refrendar su liderazgo: ANPACT
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MÉXICO—Si bien los nuevos requisitos del Tratado entre México, Estados Unidos, Canadá (T-MEC) serán complejos y gravosos para las empresas del sector de vehículos pesados, el hecho de tener un acuerdo trilateral genera certidumbre jurídica, afirmó Miguel Elizalde, el presidente ejecutivo de la Asociación Nacional de Productores de Autobuses, Camiones y Tractocamiones (ANPACT).
Este miércoles 1 de julio entra en vigor el T-MEC, que sustituye al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), lo que demuestra la importancia de la integración de la región de Norteamérica y se adapta a las condiciones del siglo XXI.
“Con el T-MEC buscaremos refrendar el liderazgo mundial, que ostenta México como primer exportador de tractocamiones, cuarto exportador y sexto productor de vehículos de carga a nivel mundial”, apostó Miguel Elizalde.
El T-MEC cuenta con nuevas reglas de origen automotriz y para la industria de vehículos pesados, las regulaciones son más estrictas e implican nuevos requisitos como valor de contenido laboral y compras específicas de acero y aluminio, las cuales, implican mayor compromiso para las empresas, expresó el representante de la ANPACT.
“La publicación de las reglamentaciones uniformes del pasado 3 de junio, nos ha dejado un reto muy importante: adaptar nuestros procesos y la cadena de proveeduría para estar listos para la entrada en vigor del Tratado”, advirtió Elizalde.
Admitió que los nuevos requisitos y su forma de aplicarlos, “suman complejidad e implican un proceso gravoso para las empresas. Sin embargo, tener un tratado y reglamentaciones uniformes es algo positivo, ya que le da al sector: certidumbre jurídica y definición”.
Elizalde destacó que el 70% del valor las mercancías que se mueven a Estados Unidos son por autotransporte. Esto implica trabajo para los transportistas, lo cual es importante para el fortalecimiento de nuestro mercado interno, nuestro principal reto en esta recuperación económica.
Fuente: El Economista